La historia viene repitiéndose, todos los días, desde hace más de 20 años: un buen día, a primer hora, en una hermosa locación urbana, (p.ej. San Ángel o el Centro Histórico), se presenta una compañía productora, que se instala a todo lo largo y lo ancho de las calles, con un staff de más o menos 50 personas y una serie de herramientas de más de 20 toneladas de peso.
No hay problema: como buen profesional y gran previsión, el director obtuvo con toda anticipación los correspondientes permisos ante la Comisión de Filmaciones de la CDMX pagando por ellos una buena lana. Pero regresemos a nuestro día filmación narrado que, por ahí de las doce del día, recibe la visita de una patrulla con dos policías quienes, desde muy temprano, había estado vigilando a la producción. Y entonces se presentan ante el director y se la suelta: “si quieres seguir filmando te tienes que mochar con nosotros con 10 mil pesos”.
De nada sirve que los responsables aleguen ya haber pagado y contar con todos los permisos en regla. Sin siquiera molestarse el genízaro responde… “pues a mí me vale: si no me das lo que te pido, te incauto la cámara y me llevo detenidos (por nada), a dos que tres de tu gente. En lo que vamos a la delegación y se aclaran las cosas vas a perder medio día, cuando menos, y eso te va a costar una fortuna. Así que más te vale pagar”.
No mentimos: ese es el pan de todos los días que con la 4T ha crecido de manera desproporcionada.
Clara Brugada sabe perfectamente cuál es la situación y por eso prefirió correr en lugar de dar la cara y presentarnos sus propuestas. Y me uno al maestro Catón en su cruzada: un voto por Morena es un voto contra México.