Nuestra amiga Ana María Olabuenaga, recientemente publicó en su columna Bala de Terciopelo del diario Mileno, el pasado 12/04…¡mero lunes santo! una crónica en la que se confiesa autora de un comercial de TV que ella misma hizo para la película La Ley de Herodes, la primera de la tetralogía de Luis Estrada. Así nos venimos ahora a enterar de que ella, la emperatriz de lo efímero, fue que le encargaron una mini campaña que nunca salió al aire porque a las hipócritas jerarcas de Televisa y TV Azteca les pareció que la primera escena de ese comercial, que es también una escena de la película, era “demasiada obscena y grosera”. Y se negaron a trasmitirla.
La historia viene al caso porque ahora, con la película “Qué Viva México” que es la cuarta de la serie de este director, nuestro presidente en funciones no pudo contener su complejo de inferioridad y se lanzó a criticar que en este último film se le exhiba como lo que ya todos sabemos que es: un bueno para nada. Un inútil que se lanza a criticar todo lo que no entiende y que, abriendo su boquita, adoctrina a sus lambiscones diciendo que la película en cuestión “es un churro…” ¡háganme ustedes el favor, mis queridos lectores!
El ignorante que durante toda su vida no ha hecho más que churros: el burro hablando de orejas. Y Ana María concluye diciendo: “nuestros políticos actuales no, no son como antes, sino como mucho antes. Con lo cual, si llegamos a tener futuro, será de puro churro”. ¡Sóbate güey!
A propósito de Luis Estrada, vuelvo a felicitarlo, por enésima vez, por su decisión de no caer en la comercialización excesiva de su personaje del “Cochiloco”, quien es yo uno de los grandes íconos de la moderna cinematografía mexicana y de quien el Sr. Estrada afirma que “sus chistes, el personaje vivió en una sola película y así está bien”.