Resulta que hace un tiempo compré una camioneta Renault Duster que me salió magnífica y que, gracias a Dios, ya terminé de pagar. Y digo gracias a Dios porque, cuando me llegué a atrasar dos o tres días en el pago de uno de esos abonos, (por cierto eternos), al día siguiente, a las 7 de la mañana en punto, me llamaban a mi celular para decirme “le pedimos que no se mueva de su casa porque nuestro equipo legal va a ir a confiscar el vehículo que usted no ha pagado: el contrato que usted firmó nos autoriza” , (los riesgos de la letra chiquita).
O, mejor aún, la voz, con acento extranjero advertía “le informamos que contamos con un dispositivo satelital que nos permite inmovilizar la camioneta que usted no ha pagado y planeamos hacerlo el día de hoy?
Cabe decir los momentos de terror que tuvo que sufrir quien esto escribe por un retraso de dos o tres días en los pagos. Porque, además, ya curado de espanto, pude contabilizarle a Renault de México más de una docena de ese tipo de recados telefónicos, a cual más de aterradores.
Así las cosas, nos parece una soberana majadería que la señora Magdalena López, mera mera petatera de Reanult de México, aparezca en las páginas de Reforma, en la columna de Raúl Huitrón, dándose baños de pureza cuando todos sabemos que su empresa tiene una imagen del nabo por la pésima forma en que maneja a su departamento de crédito.