En 1997, debido al mal tiempo en el Canal de la Mancha, una gigantesca ola barrió la cubierta del Tokio Express, llevándose 62 contenedores llenos de juguetes de la marca Lego.
El barco había salido del puerto holandés de Rotterdam e iba con rumbo a Nueva York. Se considera que ese ha sido el mayor desastre ambiental en la historia relacionado con juguetes. Lo curioso del caso es cómo, 27 años después, en las costas de Inglaterra y Europa continúan apareciendo, entre la arena de la playa, piezas de esos juguetes que, por caprichos del destino, están todos ligado a temas marinos: pulpos multicolores, dragones, pequeños botes salvavidas, tanques, aletas, arpones y muchas otras pequeñas piezas de juguetes, todas de la marca Lego, muy buscados y apreciados por los coleccionistas.
Es tanta la afición que incluso existe ya una página de Facebook con el título Lego Lost at Sea, que también tiene cuentas en X e Instagram. Su responsable es Tracey Williams.
Como buena y meticulosa empresa danesa y transnacional, Lego tiene la exacta cuenta de cuántas piezas hay de cada tipo: en total fueron más de 5 millones. Por ejemplo: se sabe que abordo iban 51,800 tiburones pequeñitos. Y a la fecha ha aparecido uno. De dragones verdes había 514 y de pulpos negros 4,200. Al parecer los más abundantes eran los dragones negros: 33,427.
El tema ha ganado tanto interés que ya hasta hay un libro de ese tema: Adrift: The Curious Tale of The Lego Lost at Sea.*
Al parecer eso es solo un principio ya que, como son de plástico, las piezas deben de haber viajado flotando en las aguas de los siete mares: pueden llegar a todas partes.
¿Y por qué Lego no ha aprovechado la historia?
*A la deriva: La curiosa historia del rastro del naufragio de Lego en el mar. Por Tracey Williams.