A Don Walter Coratella, mandamás de la revista Mundo Ejecutivo, siempre le gusto tener jóvenes bonitas en su equipo de ventas. Ahí conocí yo a la susodicha cuando aún no cumplía los 20 años de edad. Ahora, 30 años después, si tuviera yo que hacer un comercial con el modelo de la clásica señora fifí, elegante y refinada, a ojos cerrados elegiría para ese papel a Giselle Morán.
Hagan de cuenta que ella es Cristeta Tacuche, la clásica tía rica de La Familia Burrón. Solo que antes, durante años y felices días, la mujer fue vendedora de espacios publicitarios, casi siempre por intercambio, en Mundo Ejecutivo e incluso llegó a ser directora comercial de esa revista. Puesto que abandonó para casarse, dicen, dos que tres veces.
Y ahora, después de años de no verla, nos la hemos venidos a encontrar como jefa de imagen de nuestra corcholata favorita, “la doitora” Claudia Sheinbaum. La más fifí de las fifís, la que a diario come chiles en nogada rellenos de lengua a la piritifin, en un puesto para el que nos tiene ni la mas mínima preparación. Porque no es ni licenciada, ni abogada, ni comunicadora, ni nada: a ella la metieron a trabajar desde chica y por ahí se siguió: aprendiendo de los golpes de la vida, pero nada más. Y eso, mis queridos lectores, se ve en pantalla: lo estamos viendo ahora en la pobre imagen de Doña Claudia, siempre con las mismas fachas, su mismo maquillaje y su peinadito de salón de la Colonia Guerrero… ¿pues en dónde quedaron los consejos de Giselle?
Lo que se ve no se juzga.