Allí como me ven, he adquirido la muy divertida costumbre de asistir a La Marcha del Orgullo Gay, cada año, el tercer sábado del mes de junio. Que tuve que interrumpir durante la pandemia pero que he regresado con mas bríos que nunca: la del 24/06/23 fue un reventó de antología al que poco le faltó para que hubiera muertos y heridos.
Previendo las decenas de miles de personas esta vez desde muy temprano me aposté en la banqueta del Hotel Hilton, (el que antes fue el Del Prado): me encanta ver los desfiguros que hace la gente en los días que eso se permite. En eso de disfrazarse hay mucha creatividad y en eso ni quién le gane a las locas.
Desde mi lugar de privilegio me di cuenta, sobre todo, de que la marcha es ya un gran negocio: empezando por el Gobierno al que le ha de tocar una buena lana. Luego está el comercio establecido: los bares y restaurantes hicieron su agosto en junio. Y todos los del primer cuadro, no vayan ustedes a creer que nomás los del trazo del desfile.
Frente a mi posición hubo una cervecería que vendió comidas, con vista al desfile, que se llenó de extranjeros. Mas adelante, Sanborn’s Avenida Juárez sacó a la calle una mesa, en la que estuvo vendiendo micheladas, muy solicitadas por el calor, con un equipo de meseros de chaqueta roja y corbatita de moño… ¡y ni qué decir de los ambulantes! Tan solo la estatua viviente en forma de árbol que a mí me tocó, sacó más de 10 mil pesos en ese turno de trabajo: y ese fue solo uno de los miles.
Para rematar la jornada me permití pasarme al Salón Corona a refrescarme con una de las exquisitas cañas que ahí sirven y me puse a pensar: ya es hora de que alguien, en verdad profesional, organice a La Marcha del Orgullo Gay que ya puede convertirse en unas de las actividades turísticas de esta CDMX, porque en esa clase de turismo hay mucha lana. Con un poquito de mas organización, poca, las cosas pueden salir de maravilla. Por ejemplo, el contingente una marcha con cierta desorganización; sigue habiendo muchos ambulantes en desorden y algunos otros detallitos por el estilo.
Nada que no se pueda arreglar y mejorar: porque lana sobra. Todo es cuestión de saberla recaudar. Eso de las bandas tipo batucada se podrían organizar y lucir mas mediante patrocinios, como el de alguna cervecería: porque meten mucho ambiente y el público lo agradece. A mí me tocó ver a una de ellas, al parecer patrocinada por el Gobierno, que la armó en grande a punta de tamborazos: traían como bailarinas a una flaca lombricienta con un bikini de lentejuelas que le echó muchas ganas y por eso la aplaudimos.
¿Alguien sabe en dónde me apunto como voluntario para La Marcha 2024?