La América, agencia fundada por un grupo de creativos argentinos, celebra dos décadas de historia reivindicando algo esencial: que las ideas sigan siendo el corazón de la publicidad.
Del deseo compartido al proyecto colectivo
Hace veinte años, un grupo de creativos coincidió en un mismo lugar y en un mismo momento con una convicción simple pero poderosa: querían trabajar juntos y hacerlo a su manera. Así nació Madre, una agencia que pronto se convertiría en referente de una nueva forma de entender la creatividad en América Latina.
El primer gran hito fue el nacimiento mismo del proyecto y su rápido crecimiento. El segundo, más profundo, llegó con la decisión de independizarse por completo y convertirse en La América.
“Ese fue un punto de inflexión”, explican sus fundadores. “No es lo mismo manejar una agencia con socios internacionales que hacerse cargo de todo: de la cultura, de las finanzas, de las decisiones. La independencia total nos obligó a asumir todo lo que somos”.
Desde entonces, la agencia ha mantenido un rumbo claro: impactar culturalmente con ideas memorables. “El mayor logro, más allá de los hitos concretos, es seguir vigentes, seguir haciendo lo que nos gusta y que eso todavía tenga impacto en la gente”.
La industria que cambió para siempre
El oficio publicitario ya no es lo que era hace dos décadas. “El gran cambio fue cuando la publicidad dejó de ser algo que todos veíamos a la vez”, explican. “Antes un comercial podía volverse parte de la cultura popular de inmediato. Hoy eso casi no existe: las audiencias se fragmentaron, el mainstream desapareció”.
Esa transformación obligó a repensar todo. Ya no alcanza con una gran pieza de televisión que todos comentan; ahora hay que hablarle a muchos públicos diferentes, en distintos momentos y formatos.
“Hoy la fama dura unas horas. Lo que antes quedaba en la memoria colectiva, ahora se reemplaza al instante por otra cosa. En medio de ese caos, las ideas se vuelven más valiosas que nunca”.
Esa es la brújula de La América: en un mundo saturado de medios, las ideas son la única respuesta.
“Podés tener los mejores medios o los mejores algoritmos, pero sin una buena idea no pasa nada. Las ideas son lo que conecta, lo que emociona, lo que trasciende. No hay tecnología que reemplace esa humanidad”.
El futuro: tecnología con propósito
En La América no le temen al cambio. “Lo primero es aceptar que todo va a seguir mutando: los medios, los formatos, la forma de producir. La inteligencia artificial ya está transformando la industria, y eso nos parece positivo. Todo lo que amplía las posibilidades es bienvenido”.
La agencia creó El Buró, un hub de producción y animación propio que sintetiza esa visión: adoptar tecnología para potenciar la creatividad, no para reemplazarla.
“La IA no reemplaza la potencia creativa. Si la usamos bien, nos permite llegar más lejos”, explican. “El Buró nació de esa idea: tener recursos propios, explorar nuevas herramientas, producir mejor y con más libertad”.
Su mirada a futuro es clara: seguir evolucionando sin perder el norte.
“Nosotros trabajamos para que la publicidad vuelva a ser relevante para la gente y entretenida. Lo que va a cambiar es el cómo; el por qué, no”.
Una cultura de amistad y curiosidad
Más allá de los procesos y las herramientas, el espíritu de La América sigue siendo profundamente humano.
“La manera de trabajar es tan importante como los resultados”, afirman. “Acá hay una mezcla de exigencia y disfrute. Hay amistad, respeto y honestidad: se dicen las cosas de frente, tanto entre nosotros como con los clientes. Esa transparencia genera confianza”.
La curiosidad también ocupa un lugar central. “Cada proyecto te obliga a aprender sobre algo nuevo. Ese aprendizaje constante mantiene viva la llama después de tantos años”.
Hacer La América, ayer y hoy
El nombre no es casual. “Desde el principio nos gustó la idea de hacer la América: esa mezcla entre ilusión y esfuerzo, ese sueño de construir algo propio”.
Hoy, el concepto cobra un nuevo sentido. La expansión de la agencia hacia México representa una suerte de reedición contemporánea de aquel sueño de progreso.
“Así como para nuestros abuelos hacer la América era ir del norte hacia el sur a buscar oportunidades, nosotros lo invertimos: nacimos en el sur y decidimos ir hacia el norte. Es una nueva versión del mismo espíritu”.
Porque, al final, La América no es solo una agencia: es una actitud, un proyecto que sigue creyendo que las ideas —esas que emocionan, sorprenden y generan conversación— todavía pueden cambiar la cultura.
Aquí la selección de los 20 trabajos más icónicos de la agencia.










