Hace unos días hice un viaje familiar a Mérida, Yuc., cosa que aproveché para conocer Xcanatún, la clásica hacienda henequenera convertida ahora en un singular hotel de lujo. Su historia se remonta al siglo 18, cuando llegó a tener 15 mil hectáreas sembradas de henequén, el oro blanco, así llamado por su extenso uso, en el mundo, para la elaboración de todo tipo de sogas y mecates. Y como se exportaba desde el puerto de Sisal, esa fue la marca registrada que se le dio al producto final en todo el orbe.
Xcanatún perteneció durante un par de siglos a una familia Zapata hasta que, en 1985, el huracán Gilberto destruyó la península. Ahora sí que el viento se llevó lo que quedaba de esa antigua hacienda que, ya para esas fechas, había visto desvanecerse su anterior fortuna con el desplome de los precios del henequén: el plástico lo sustituyó con mayor eficiencia en todos sentidos. Y los Zapata, como buenos miembros de casta divina, se limitaron a abandonarlo todo dejando a la hacienda presa de los saqueadores que se dieron vuelo: la primera máquina desfibradora de henequén que existió en Yucatán, una joya por su valor histórico, fue desarmada, molida a martillazos y vendida como fierro viejo por los truhanes.
Todo auguraba el fin de Xcanatún hasta que Jorge Ruz y su señora llegaron hasta sus puertas con intenciones de comprarla. Para aquellos jóvenes publicistas que no saben quién es Jorge Ruz, creemos pertinente señalar que él fue uno de los principales cineastas de la publicidad mexicana a fines del siglo XX pasado. En su empresa Film Core, filmó cientos, sino es que mas de mil comerciales para todas las principales marcas de este país. A su momento, Jorge se casó con la que era la productora de su empresa, Tina Baker: casamiento y martaja con la chamba del cielo baja.
Habiendo nacido en Yucatán, y pensado en su retiro, Jorge invirtió los ahorros de toda su vida en, más que restaurar, reconstruir a Xcanatún que entonces se hallaba en ruinas. Más que tiempo y recursos, Tina y Jorge invirtieron en ese proyecto mucho, mucho amor. Y valió la pena: lo que empezó siendo un modesto hotel con 12 habitaciones, es ahora un resort a todo lujo con más de 50 cuartos y una historia que merece contarse… ¡su terraza es un lujo de principios del siglo XX! Y ni qué decir de su capilla, que está conservada hasta el último detalle.
Yo estuve por ahí y comí unos huevos motuleños deliciosos. Por desgracia Jorge Ruz falleció a principios de este 2023 y ya no disfrutó de su obra, que continúa en grande y que cada día luce más y mejor.
Descanse en paz el amigo: su obra es un ejemplo por lo que le enviamos, desde aquí, un aplauso para él y para Tina Baker.