De entre todas las cosas que Epigmenio Ibarra está tirando por la borda por soberbio destaca, sobre todo, La Casazul, sin duda la mejor escuela de actuación de este país y de la que poco se sabe. Conocer su historia nos ayuda a comprender el porqué del ocaso de Don Epigmenio, como ahora le dicen en los medios.
Cuando yo la conocí, Casazul estaba precisamente en una vieja casona color azul, que se estaba cayendo, en el corazón de la Colonia Condesa y que después adquirió, para remodelarla, la Universidad de la Comunicación.
Ante el riesgo de que la casa se cayera porque Epigmenio no le invirtió ni medio centavo, la escuela de actuación se mudó a la calle de Mérida casi esq. con Av. Chapultepec, ahí fue en donde finalmente adquirió su nombre actual. Actualmente, se encuentra en Tenayuca #1 Colonia Centro Industrial Tlalnepantla, Estado de México.
Quien esto escribe habló con el director del plantel tratando de convencerlo de que le hiciera la debida publicidad a la escuela (estamos en el show bussines, por Dios), a lo que él me respondía: “A mí no me tiene que convencer porque ya lo estoy, nos urge la publicidad, pero el dueño, Epigmenio Ibarra, no quiere”.
Y así s e ha ido toda la vida: el señor no tiene mentalidad de empresario y todo lo quiere manejar al “ay se va”.
Como era de esperarse, el director que yo conocí pronto renunció y su lugar fue ocupado por Karina Gidi, una incondicional del Sr. Ibarra, (en el completo estilo de la 4T), que se jalaron como actriz de Capadocia, pero que de aspectos comerciales no sabe nada. Ella a todo le dice que sí a Epigmenio. y qué pena porque, hasta donde nos quedamos, la escuela es buena.