Gracias a la película “Mentes Brillantes” todos conocimos y admiramos a Alan Turing, el experto matemático inglés que se hizo famoso porque logró descifrar los códigos nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Un episodio poco conocido de la vida de Turing fue que él fue quien diseñó el test que lleva su nombre; mediante el cual se medía la capacidad de una máquina para hacerse pasar por un ser humano a través de una conversación entre ambos. Si el humano no lograba identificar que se trataba de una máquina, esta última se consideraba inteligente. A partir de ahí Turing fue considerado el Padre de la Inteligencia Artificial, un concepto por demás de moda hoy en día en el mundo de los negocios, pero que muy pocos comprenden.
De ahí que cuando nos enteramos de que en Go Sharp existe ya un Director en Inteligencia Artificial dándole duro a la chamba, de inmediato nos propusimos entrevistar a Luis Miguel Antonio (34) quien nos tuvo la paciencia para platicarnos todo lo siguiente: hagan de cuenta, mis queridos lectores, que la conversación siguiente la realizamos en la NASA.
Los apellidos de nuestro flamante amigo son precisamente Miguel y Antonio. Él nació en la CDMX, pero sus padres son originarios de un poblado de Oaxaca, en donde ambos nacieron el mismo día para dar inicio, así, a una serie de coincidencias increíbles. Y sucedió que, al poco tiempo de nacidos, ella y él, fueron traídos por sus padres a la CDMX en donde cada quien continuó su vida por su lado. La coincidencia, nuevamente, quiso que muchos años después los dos se conocieran y se casaran para tener después a Luis: el destino existe.
Egresado de la Escuela Superior de Cómputo del IPN, Luis Miguel continuó estudiando otras especialidades y maestrías dentro del CINVESTAV, hasta titularse como Doctor en Ciencias en Computación con especialidad en Inteligencia Artificial: el primer y único especialista en esa disciplina que nosotros conocemos y quien nos platicó lo siguiente:
“En un momento de mi vida profesional sentí la inquietud por integrarme a la iniciativa privada y aplicar mis conocimientos en diversas disciplinas como el comercio, el servicio al cliente, la distribución, el manejo de personal, la seguridad y otros. Así, cuento ya con más de 10 años de experiencia aplicando diversas tecnologías como la ciencia computacional, las máquinas inteligentes, la computación evolutiva, la biología matemática y otras en la solución de diversos problemas. Porque los problemas de la vida real pueden traducirse a problemas matemáticos y viceversa a fin de encontrar siempre la solución más idónea.
Si bien la Inteligencia Artificial es algo de moda, lo cierto es que se trata de una disciplina que lleva ya más de medio siglo en boga. Desde mi punto de vista todo se inició desde el momento mismo en que la computación pasó a ser una ciencia y a ya no ser vista como una simple herramienta.
Porque mientras más tiempo y recursos se dedicaron a su estudio, su evolución creció y creció hasta dar lugar a las máquinas y a los programas inteligentes, capaces de aprender de forma sistematizada: en ese momento se dio un proceso similar a los que sucedían en la naturaleza. El ejemplo de las jirafas es muy ilustrativo al respecto: se sabe que a ellas la necesidad las llevó a desarrollar un cuello más largo a fin de alcanzar a alimentarse del follaje de los árboles. Fue una evolución natural muy del estilo de Charles Darwin.
Algo similar ocurrió en la evolución de la computación, que dio lugar a la inteligencia artificial, que son sistemas que pueden aprender y desarrollar nuevas soluciones a partir de ese aprendizaje. Y se puede, entonces, generar infinidad de soluciones a los problemas que a diario enfrenta el quehacer empresarial y comercial.
P. ej. A través de los análisis de ventas VS el lugar que ocupa en la tienda nuestro producto, es posible ubicar a la marca en un lugar que se venda más.
Es el análisis de millones de datos a través del tiempo y de otras variables, pero la IA puede hacerlo en unos cuantos minutos. De igual manera, la IA puede diseñarnos un planograma sobre cómo colocar en el anaquel nuestros productos con el propósito de que queden mejor acomodados y se vendan más. Si ese trabajo se lo encargáramos a un supervisor de tiendas, él se tardaría semanas en generar una propuesta, en conjunto con un equipo de personas. En cambio, si proveemos a la IA la información para ello, se puede hacer en unos cuantos segundos: el ahorro de recursos es potente. Y lo mismo puede hacerse para el control de las demostradoras en el campo y los puntos de venta.
Estamos ahora descubriendo que entre la docencia y la práctica hay muchas coincidencias en muchos problemas que la IA puede ayudarnos a superar. Pero ojo: debemos partir de la base que, como un ente inteligente ya, la computadora no es infalible. Las máquinas también se equivocan. En nosotros, los humanos, está el detectar un fallo y superarlo para usar y aprovechar mejor a la IA…”.
Concluye el Doctor Luis Miguel Antonio para dejarnos con el ojo cuadrado.