En 2021 la radio cumplió cien años de vida en este país: la primera transmisión de ese tipo que hubo se llevó a cabo el 15 de octubre de 1921 en Monterrey N.L. La hizo el ingeniero Constantino de Tárnava.
Un siglo después la Cámara de la Industria de la Radio y TV (CIRT) no hizo nada. Dando una muestra mas de la ineptitud y de la burocracia que la tiene en la lona a ella y a sus afiliados, la CIRT, fue incapaz de hacer algo a la altura de tan trascendente aniversario: se limitó a hacer dos que tres campañas, totalmente cuadradas y carentes de creatividad y nada mas. Conforme a sus costumbres, mas que otra cosa, la CIRT hizo el ridículo. Y si tienen radio, ahí se oyen.
Por fortuna, el Instituto Mexicano de la Radio (IMER) sacó la casta y se ha pasado los últimos dos años dándonos a todos una cátedra de como, cuando hay creatividad no importan los recortes presupuestarios. El mérito del IMER al respecto inició con su campaña de “Las Mujeres en la Radio”, espléndidamente documentada, escrita y producida por Rita Abreu, que nos dejó a todos asombrados y dijo mucho a favor de un medio al que le urge salir del hoyo. Después, a finales de 2022, el IMER llevó a cabo una campaña, con motivo del día de los migrantes, a favor de ese sector de la población, que también es nuestro porque lo tenemos aquí.
El spot de la serie del caso y que mas me impresionó es un monólogo en el que una niña dice ser venezolana, tener siete años y estar ahora viviendo en México. Ella dice que, cuando cumplió cuatro años, recibió el mejor regalo de toda su vida: una tortuga, “mi morrocoya”, a quien puso por nombre Ana Elsa y con la que jugaba, bailaba y cantaba… hasta que la tuvo que abandonar cuando emigró a nuestro país.
Es una mensaje desgarrador por su profundo sentido humano, que nos enseña a no establecer nunca prejuicios. Sobre todo, es una obra de arte creativo por lo que, desde aquí, enviamos un aplauso al IMER.