Como nunca antes en los ya casi dos siglos de historia de la publicidad mexicana, ahora las perspectivas del medio exterior lucen inmejorables: los astros se han alineado, después de décadas de lucha, para que a este medio le vaya de maravilla. Y me explico:
• El garrafal error, cometido por las agencias de medios en el sentido de recomendar a sus clientes el bajar sus anuncios de las alturas “porque no había nadie en la calle”, muy pronto demostró ser una mentira ya que, durante la pandemia, conforme a las más estrictas estadísticas, el 48% del público siguió saliendo a la vía pública. Y lo hacía justo para comprar los satisfactores que faltaban en sus hogares.
Como buscando superar tan tremenda equivocación son ahora las mismas centrales las que están demandando cada día más y más estructuras, lo que ha dado como resultado el 100% de ocupación en las plantas disponibles.
• Para colmo, o por suerte, el gobierno de la CDMX se puso muy exigente con la industria y retiró, a principios de este 2023, más de 1800 estructuras de azotea. Como quien dice éramos muchos y parió la abuela. Quedábamos pocos y muchos se murieron: en pocas palabras, lo que quedó es ahora muy demandado.
• Porque, después de infinidad de estudios comprobatorios, los anunciantes han venido a comprobar que, ahora, el exterior no solo es el único medio masivo del siglo XXI sino, también, el único con garantía de exposición ya que no requiere de ninguna interacción por parte del auditorio para ser vistos: con que esté en la calle es más que suficiente.
Así las cosas, en 2023 la compañía MEPEXSA está cumpliendo 40 años de existencia, (se fundó en 1983). Y, de acuerdo a estos tiempos de modernismo, la empresa ya es manejada, desde hace cuatro años, por la segunda generación de sus directivos: ahora la encabeza, como su director general, Román González Oliva.
Él tomó las riendas de MEPEXSA en 2017, poco antes de que el COVID viniera a causar una revolución en todos aspectos.
“La primera prueba seria que tuve que enfrentar fue quedarnos, por azares del destino, sin el 75% de nuestra fuerza de ventas por lo que decidí volver a empezar desde un principio: contraté nueva gente a la que, aprovechando su permanencia en sus hogares, se le dio una extensa capacitación, que nos ha servido de mucho. De igual manera, buscando no tener que depender tan solo de la CDMX, nos dimos a la tarea de conseguir afiliados en todo el interior.
Para nosotros un afiliado es alguien que ya tiene uno o varios anuncios exteriores en la plaza en donde radica, pero ya no vive de ellos: para ese propietario esos espectaculares, de forma tradicional o como pantallas digitales, son un sideliner. Una forma de generar algunas rentas extras, alquilándolas a diversos anunciantes de su localidad, (la panadería, el autoservicio, el taller, etcétera).
Nuestro hallazgo, en ese sentido, es que, por lo general, los anunciantes nacionales pagan un poco mejor que los locales. Entonces, nuestra propuesta, para el afiliado, es que nos pase la comercialización de sus espacios a cambio de recibir una mejor renta y ya no tener que preocuparse por batallar con los inquilinos.
La propuesta funcionó muy bien para todos y ahora tenemos, en la CDMX, más o menos 300 caras, en números redondos. Y en el resto del país disponemos de 400 afiliados. Todo ello nos ofrece la posibilidad de dar a nuestros clientes un amplio servicio y conforme a las necesidades específicas de cada marca: nuestra filosofía es brindar siempre el mejor servicio.
Y yo creo que hemos logrado ya muchos porque, lejos de perjudicarnos, el reacomodo que el gobierno de la CDMX llevó a cabo de manera reciente, podemos decir que hasta nos benefició: ahora tenemos el 100% de ocupación, con anuncios tradicionales y con pantallas digitales y enfrentamos el desafío de tener que quedar bien con nuestros clientes. Insisto, creo que lo estamos logrando…”, concluyó Román González.