Y vuelta la mula al trigo: ya sucedió, otra vez.
Televisa le dio las gracias a la empresa que elabora los ratings de TV en este país, que por no estar de acuerdo con sus sistemas de medición. Televisa supone que nosotros los publicistas, los anunciantes y en última instancia el público, somos unos asnos incapaces de darnos cuenta de que, en realidad, lo que está mal, pero muy mal, es su programación del día a día.
La empresa, o lo que queda de ella, ve con impotencia cómo día a día el auditorio apaga sus televisores para no volver a encender, más que de vez en cuando, con todos los bodrios de programación.
Ellos se defienden que siguen haciendo lo mismo de siempre, diciendo que siguen esmerándose en revivir a la audiencia: pero ya a nadie le interesan porque, insisto, son las mismas historias de siempre. Lo terrible del caso, de lo que Televisa y no pocos publicistas no se quieren dar cuenta, es que tanta ineficacia en la pantalla redunda, obvio, en las ventas e imagen: cada vez son más y más las marcas que se quejan de que sus pautas en el Canal de las Estrellas no les sirven de nada.
Conclusión: Televisa tiene que cambiar su paradigma de manera radical. La gente simplemente ya dejó de ver a la TV abierta porque, primero: ya hay muchas otras alternativas. Y, segundo en Chapultepec 18 ya no hay nada de interés.