Aunque a los coreanos no les gustan los reflectores, todos nos enteramos cuando abrieron una sucursal de Cheíl en nuestro país, con el propósito de ser la house agency de Samsung, otra empresa de aquel país oriental.
El propósito era hacerle todo al cliente, desde sus tarjetas de presentación, hasta sus promociones, contratando para ello a una legión de promotores en el punto de venta. Su forma de trabajo, bastante suigéneris, consistió en tener 2 directores a la vez: un coreano, que más bien aparecía como santo de procesión y un mexicano, que era el que se fletaba con toda la chamba.
Y bueno, al menos en un principio las cosas funcionaron. Y por ahí pasaron ejecutivos de la talla de Analú Solana, Omar Carrión y otros que incluso llevaron otros clientes a la agencia. Pero, quienes sabemos al menos un poco de la publicidad en México, sentimos que algo anda mal: en todo el tiempo que la agencia lleva de funcionar en este país NUNCA hemos conocido al director coreano en turno. Pareciera que el señor llega y se encierra a piedra y lodo en su oficina, a esperar que lo transfieran a otro país. Lo que sí no hemos enterado, por los demás mexicanos que ahí han trabajado, es que los señores coreanos son muy machistas. Pero nada más.
Del único director que podemos decir que era una persona decente, porque lo tratamos a menudo, es de Mario Youn, con quien incluso fuimos a comer, muy sabroso, a los restaurantes coreanos de la Zona Rosa. Pero cuando él s e fue las cosas, al parecer, empezaron a ir mal, aunque lentamente. De tal manera, al día de hoy se sabe que ya son muchos los otros proveedores que trabajan para Samsung. La agencia ha perdido esa exclusiva, junto con otros clientes.
La pandemia les vino a dar en la madre y, en lugar de sacar la casta, todo parece indicar que Cheíl ha optado por encerrarse en su concha sin asomarse para dar la más mínima señal de vida: si uno llama a su teléfono, le contesta una grabación que pide esperar… y lo dejan colgado, sin nunca más responder. Los mails y otros correos se devuelven en automático. En su actual domicilio, mucho más pequeño que el inicial, el portero niega la entrada a los visitantes aduciendo que en esas oficinas no hay alguien.
Así y todo Samsung como empresa y como marca es líder en todo el mundo. Aquí, en México, es N°1 en ventas de refrigeradores, lavadoras y secadoras. De acuerdo a estas estadísticas confiables, los hogares mexicanos compran, en promedio, una pantalla de TV cada año. Cabe decir que el líder es Samsung. Como también lo es en teléfonos celulares donde, a base de calidad, Samsung ya mandó a Apple hasta el octavo sitio.
Por cierto ¿saben ustedes amigos, cuánto cuesta el teléfono celular Samsung de último modelo y mayor desempeño? Nada más 40 mil pesos, unos 2,500 devaluados dólares.
¿Quién es, entonces, el que está haciendo tanto?