En México 27 mil 133 mujeres y niñas fueron asesinadas entre 2015 y 2022, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Esto representa más de 4,500 mujeres muertas al año; más de 12 mujeres por día.
Según INMUJERES, el asesinato por razones de género, tipificado como delito de feminicidio, es la violencia más grave contra una mujer, que afecta a niñas y mujeres de todas las edades, sin importar nivel económico, social y cultural. De acuerdo con diversas estadísticas, un alto porcentaje de estos asesinatos son cometidos por personas cercanas a las víctimas. En muchos casos, sus parejas sentimentales.
¿Cómo se llega a una situación de violencia de tal magnitud en una relación de pareja?
“Muchas veces se revictimiza a las mujeres que sufren violencia de algún tipo por parte de sus parejas, por no ‘salir de ahí’ o por ‘elegir’ parejas violentas. En discursos tan normalizados como al decir ‘amiga, date cuenta’ se ha puesto en los hombros de la víctima de violencia toda la responsabilidad, y no sobre los agresores”, señala Camila Trombert, co-fundadora y directora de Cruces x Rosas, una organización sin fines de lucro que apoya a mujeres en situaciones de violencia.
Sin embargo, la situación es más compleja, ya que dentro de una sociedad históricamente machista y misógina, la violencia hacia las mujeres tiene matices tan sutiles que a veces son indetectables, que van escalando hasta, en muchas ocasiones, terminar en violencia física o incluso feminicidios.
¿Cuáles son los tipos de violencia contra las mujeres?
La violencia casi siempre inicia con acciones sutiles que, en sociedades machistas, pueden incluso confundirse con actos románticos, como “si no te cela no te quiere”, o realizar bromas que tienen un trasfondo discriminatorio y misógino. De esto se trata la violencia simbólica.
“Hoy en día podemos encontrar violencia simbólica más de lo que nos gustaría reconocer en una sociedad que presume grandes logros en igualdad de género. Una violencia normalizada en la sociedad por los usos y costumbres, y se expresa por medio de mensajes, valores, discurso, o signos que normalizan el control económico, control de la sociabilidad, de la movilidad, menosprecio moral, menosprecio estético, menosprecio sexual, descalificación intelectual y descalificación profesional de las mujeres”, añade Camila.
La violencia física es quizá la más, o incluso para algunas personas, la única forma de violencia conocida, y se trata de cualquier intención o acto de maltrato físico, que pueden ir desde empujones “jugando” hasta golpes, daños a objetos personales, e incluso obligar a una mujer a consumir alcohol, drogas o cualquier actividad donde ella esté privada de decidir sobre su cuerpo, así como formas de violencia sexual, que incluyen también cualquier acto sexual sin consentimiento.
La violencia psicológica y emocional, por otro lado, incluye todas las formas de manipulación, humillación o intimidación no fìsicas, que pueden poner a las víctimas en una situación de temor y vulnerabilidad, así como de hacer dudar a la misma de su propia percepción (recientemente definido como “gaslighting”), lo que hace que resulte complicado para la víctima darse cuenta que está siendo violentada. Aislar a la pareja, prohibiéndole ver a su familia o amistades, también puede alterar la percepción de ésta en una situación de violencia, o hacer más difícil para la víctima poder pedir ayuda.
Existe también la violencia que se ejerce a través de la economía: la violencia económica podría definirse como el control de la pareja que quiere que una mujer sea dependiente financieramente para limitar su libertad, o incluso, la prohibición de trabajar, de estudiar y capacitarse o de administrar recursos.
La violencia puede ir aún más allá: el desarrollo de nuevas tecnologías ha generado nuevas formas de agresión, como la violencia digital, que va desde el acoso cibernético y recibir fotografías explícitas, hasta la exposición de información o contenido privado. Y las legislaciones locales no comenzaron a tipificar este tipo de violencia sino hasta 2019, bajo la iniciativa de la Ley Olimpia.
¿Qué hacer al respecto?
Estadísticamente solo 1 de cada 10 mujeres que viven una situación de violencia denuncian a su agresor, ya sea por falta de conocimiento o apoyo de alguien cercano. Las redes de apoyo son cruciales para que una mujer pueda salir de una situación de violencia en cualquier grado, sin embargo, existen situaciones que requieren apoyo externo y profesional, que muchas veces debe ser otorgado por una institución.
Cruces x Rosas es una organización sin fines de lucro con 150 voluntarias activas, que ayuda a mujeres a salir de situaciones de violencia, a través de ayuda psicológica gratuita o con una cuota mínima de recuperación (de acuerdo con un formulario para determinar situación económica).
También, a través del protocolo “experiencias violentas en relaciones de pareja” la organización ha ayudado a más de 1,500 mujeres desde su fundación, en 2018: A través de 14 sesiones, psicólogas especializadas acompañas a mujeres víctimas a transitar la violencia con perspectiva de género y ética en la práctica.
“Actualmente, la salud mental es un privilegio, y en Cruces x Rosas nos mueve hacerla accesible para todas las mujeres, reconociendo en ella una forma de romper con los círculos de violencia en las relaciones de pareja.” finaliza Camila.
Cruces X Rosas es una asociación civil y comunidad digital feminista que trabaja desde 2018 para que más mujeres de América Latina salgan de círculos de violencia en sus relaciones de pareja. Lo hacemos a través de contenido, herramientas, talleres y acompañamiento terapéutico para deconstruir la narrativa patriarcal en el espacio íntimo. Es nuestra motivación deconstruir ideas patriarcales en las relaciones para no perpetuar a través de las creencias, tradiciones y mandatos sociales la violencia a las mujeres.