En días pasados asistí a la celebración del 30° aniversario de AMAPRO (Asociación Mexicana de Agencias de Promoción) y de los 25 años que esa institución lleva organizando su ya muy acreditado Festival de la Victoria Alada.
Cabe señalar que, debido a la pandemia, AMAPRO llevaba ya tres años sin llevar a cabo, de manera presencial, dicho festival por lo que ahora echaron la casa por la ventana. Y les salió muy bien. En el Museo Soumaya, con unas conferencias de lujo, una cena deliciosa y buenos tragos.
Si me permiten una crítica constructiva, a mí me pareció que el evento se alargó de más: con menos conferencias hubiera quedado perfecto. Digo, es una opinión que espero que Franco Scipioni, actual presidente AMAPRO, me tome en cuenta.
Porque, independientemente de todo lo demás, se trató de un acontecimiento histórico, que va a dar mucho de qué hablar entre el gremio de la comunicación comercial de este país. Porque ahí se abordó, por vez primera y en público, el contundente tema de la igualdad laboral, de género y social en esta actividad.
Lo hizo una chica quien es gerente de marca para algunos de los productos de Diageo en México. Ella, por cierto, estudió la carrera de LRC en la ESCA y después de un innecesario preámbulo, nos platicó la necesidad de cambiar a la publicidad para adaptarla a los criterios de la época. Porque, dijo, antes el whisky se asociaba con puros varones de edad madura, de traje y de look ejecutivo. Y algo similar sucedió con el tequila. Por lo que las cosas deben de cambiar para incluir gente de todos los tipos y condiciones.
Para enseñarnos lo que se debe de hacer, la dama nos mostró una serie de comerciales de TV francamente mediocres e incluso malos: con slices of life más vistos que una película de Cantinflas, pero con actores en unas fachas inverosímiles. Y nos lo presentó como “buenos comerciales”. Perdón, pero nosotros tenemos otros datos. Y así no se vende el whisky, ni tequila, ni Bailey’s… ¡vamos, ni rompope!
Todo lo cual nos lleva a concluir que en la igualdad de género hay una gran veta de comunicación… siempre y cuando no la quieran hacer los anunciantes, como en el caso de Diageo, que sienten que todo lo pueden y que al final terminan peor de como estaban.