Por Brenda Gómez, Líder Comercial de Experiencias en Licuadora Group.
En un mercado donde todos hablamos de awareness, engagement y conversiones, hay un indicador que casi nunca aparece en los reportes… pero que, en la práctica, define si una agencia escala o se estanca: la inteligencia emocional de su equipo.
Sí, suena “suave”, casi intangible. Pero en un entorno donde la presión de los deadlines, los briefings imposibles y la competencia por ideas nunca descansa, el diferencial competitivo ya no reside únicamente en la data o en la creatividad, sino en la manera en la que los equipos se sostienen entre sí.
- Empatía real: comprender qué vive cada miembro del equipo y cómo apoyarlo de manera efectiva.
- Comunicación clara: menos correos kilométricos y más mensajes que construyen y suman.
- Confianza para arriesgar: cuando el equipo respalda, proponer ideas disruptivas deja de ser intimidante.
- Gestión emocional: transformar la presión en energía creativa en lugar de permitir que se convierta en burnout.
En esta industria, lo que he comprobado es que cuando las emociones están alineadas, las métricas también lo están. La inteligencia emocional no es un lujo: es un motor de resultados.

Inteligencia emocional = ROI
Aunque pocas veces hablamos de “ROI emocional”, créeme: existe y se refleja en resultados concretos:
- Productividad: menos reprocesos, mayor claridad en los entregables y cumplimiento de tiempos.
- Innovación: ideas que se atreven porque nadie teme equivocarse.
- Retención de talento: equipos que permanecen porque disfrutan el proceso, no solo el resultado final.
- Relaciones más sanas con clientes: cuando el equipo vibra bien internamente, el cliente lo percibe.
Entrenamientos que no aparecen en el brief (pero deberían)
Las agencias solemos obsesionarnos con capacitaciones técnicas: IA, programática, SEO, CRM, por mencionar algunas… y sí, son necesarias. Pero, ¿qué tal si también incorporamos al calendario formaciones que fortalezcan al equipo desde lo humano? Por ejemplo:
- Talleres de manejo de estrés creativo: aprender a convertir la presión en energía productiva.
- Feedback 360° sobre cómo nos sentimos trabajando juntos: espacios donde todos puedan expresarse con confianza.
- Reconocimiento público al talento colectivo: celebrar los logros de todo el equipo, no solo de quienes presentan las ideas.
- Mentoring emocional: líderes que compartan experiencias sobre cómo superaron pitches imposibles o clientes exigentes.
Esto también es *growth hacking*, pero aplicado al equipo. Porque un equipo fuerte emocionalmente es un equipo que innova, que propone y que sostiene resultados sostenibles.
El llamado a la industria
Hoy quiero lanzar un reto a la industria: dejemos de medir únicamente los KPIs externos y comencemos a valorar el KPI interno más poderoso: la inteligencia emocional colectiva.
Porque sí: los clientes compran campañas, pero los equipos que las crean necesitan confianza, motivación y un ambiente sano para que esas campañas realmente brillen. En Licuadora Group lo entendemos, y no se trata solo de qué hacemos para los clientes, sino de cómo cuidamos a quienes hacen posible cada proyecto.
Al final, la creatividad no es un acto individual; es un ecosistema que funciona mejor cuando todos los miembros se sienten escuchados, respaldados y motivados. Y esa es la verdadera ventaja competitiva de cualquier agencia que aspire a trascender.









