¿Cuándo fue la última vez que pasaste un día sin revisar TikTok?, ¿o sin preocuparte por perder la racha de 100 días que llevas con alguien?, ¿cuándo fue la última vez que abriste esta plataforma sin perder la noción del tiempo y sin la sensación de que perdiste horas?
Es bien sabido que actualmente, TikTok es el rey del entretenimiento, gracias a él, es mucho más fácil saber lo que pasa en el mundo, resolver dudas de cualquier tipo, incluso comprar los productos más top en tendencia. Si bien, esta plataforma ha evolucionado la manera de ver contenido, también ha afectado la forma en la que nos relacionamos con el entorno, con las personas y quizá con nosotros mismos.
Creo que el efecto TikTok podría definirse como una atención que se fragmenta, que está en todos lados y en ningún lugar, al mismo tiempo, pues la manera en la que scrolleamos hace que mantengamos la atención unos segundos, para después cambiar el enfoque totalmente, lo que lleva a la pregunta, ¿de todo lo que vemos, qué retenemos realmente?
El tema es que esta atención fragmentada no solo afecta cómo consumimos contenido, sino también cómo percibimos la vida en general. Nos acostumbramos tanto a la rapidez, que incluso las conversaciones largas o los momentos tranquilos pueden sentirse aburridos, tediosos; como si lo en todo momento estuviéramos esperando la emoción de lo efímero, es como si ya no supiéramos quedarnos en calma.
Esta reflexión nació desde un lugar muy personal, y es que, al hacer un recuento de las películas que vi en 2024, bajaron un montón respecto a 2023, y después de preguntarme el porqué, me di cuenta que la mayoría de veces que intentaba reproducir una película, me ganaban más las ganas de abrir TikTok.
Decir que TikTok es el enemigo, sería injusto, todos sabemos que es una herramienta increíble que puede ser súper útil o un simple escape de las tensiones diarias, dependiendo de cómo se use; pero es justo ahí donde está el problema: ¿cómo encontrar un balance entre la atención efímera y lo que realmente importa?
Al final del día, no se trata de echarle la culpa a TikTok ni de dejar de usarlo por completo, sino de ser más conscientes de cómo influye en nuestra rutina y en nuestra forma de interactuar con el mundo. Tal vez la clave está en aprender a pausar, a desconectarnos un rato. Porque, aunque el mundo vaya rápido, hay cosas que solo se disfrutan despacio, y eso también está bien.
Mariana Cortés, Ejecutiva de Cuentas Jr. de Licuadora Group.